Una pequeña planificacion [Guardianes Adaggio]

El silencio reinaba en la vieja Sicilia, Italia. Aquel dia parecia ser un momento perfecto para salir a dar un paseo. El cielo estaba completamente despejado, no habia una sola nube en el cielo, y el sol calentaba el ambiente con suma suavidad. Por si no fuera poco, corria una suave briza que mecia las hojas de los arboles, refrescando el aire. Si, era un dia perfecto, en una tranquila epoca del año. Pero aun asi, no habia una sola alma en toda la ciudad. Los turistas avandonaron la isla, los animales tambien. Los civiles se refugiaron en sus casas, y para que hablar de la mafia y la policia. Ellos sabian lo que se avecinaba, sabian los problemas que estaban por llegar, y no querian verse en medio del lio. Todo el lugar estaba sumido en un profundo, profundo temor... un temor silencioso, casi muerto. El unico lugar donde se podia observar movimiento en toda la localidad, era en la base de la Familia que habia desencadenado todo esto: Los Adaggio.

La base de la Famiglia Adaggio (que antes pasaba por una especie de reformatorio) era gigantesca, pintada de negro con toques blancos, estaba totalmente rodeada por un amplio patio, decorado con grandes bosques y demases. Todo esto protegido por una gran muralla de concreto. Poseia 3 pisos, y era vigilada por cientos de guardias que rondaban por dentro, por fuera, por arriba y por abajo de la base, aunque paresca algo incoherente. Anteriormente, estas medidas de seguridad no habian sido tan necesarias, debido a que la famiglia se encontraba al servicio de toda la mafia, y no tenia necesidad de abrirse paso o protegerse de las demas familias. Mas ahora todo era diferente... Diferente, porque en el interior de este lugar, en la mas profunda masmorra de toda la mansion, se encontraba cautivo quisas el mas importante cientifico del mundo, o al menos de la mafia: Verde, el arcobaleno.

Si, todo este conflicto empezo por su causa. El, siendo totalmente desleal a lo que habia dicho anteriormente, realizo un par de viajes en el tiempo, hacia el futuro para ser precisos, trayendo consigo la poderosa pero a la vez misteriosa tecnologia de las cajas. Al principio esto parecio una anecdota interezante, pues todo este poder fue obviamente dirigido hacia la familia Vongola y su anexada familia Varia. Nada cambiaria en el equilibrio de poder en la mafia... o al menos eso se suponia, pero resulto todo lo contrario. Los Adaggio, reunidos bajo el mandato de un nuevo Capo, atacaron de improviso la base de Verde, capturandolo a el y a las cajas que habia traido del futuro, para asi obligarlo a seguir desarrollando esa tecnologia... para ellos.


- ... Y aqui estamos -dijo una figura de cabellos rojos, vestido elegantemente con un traje negro, con la insignia Adaggio bellamente bordada en su espalda. Esta figura se paseaba en mitad de la sala de reuniones de la mansion- disfrutando de la vida

El joven capo, Cassius Craviato, dirigia una conferencia privada con los lideres de las primeras 4 orquetas y los 6 guardianes de la familia. La habitacion se encontraba en el tercer piso de la mansion, era grande y espaciosa, totalmente hecha de madera torneada y opaca, posiblemente de roble. Estaba adornada con cuadros de los 10 Capos que habian habido anteriormente, y sus Guardianes, ademas de los principales trofeos que habian ganado en sus batallas (Anillos, Trosos de armadura, Armas, entre otros). De todos aquellos trofeos, destacaba por mucho el arrugado pero bien conservado dedo anular de Ginei, que aun conservaba un bello anillo de color plata, cuya utilidad aun no ha sido descubierta, por lo que se mantiene como simple adorno. Al fondo de la habitacion, habia un gigantesco mueble que parecia abarcar toda la pared, donde se guardaban planos, libros de datos y estrategias, armas, anillos y, ahora que estaba actualizado, computadoras y archivos extremadamente secretos. Estos solo podian abrirse usando un anillo Adaggio, y se veia que muchas de sus cerraduras habian sido forsadas, sin exito. En el centro de la habitacion, habia una gran mesa redonda, donde se ubicaban alrededor de 20 sillas, en donde estaban sentados los lideres de las orquestas, mas no el Capo, que se paseaba por la habitacion, ansioso, esperando a que sus guardianes llegaran, pues, como no, se habian retrasado.

- Mmm... alguien recivira un castigo por esto...

Cassius se acerco a una de las multiples ventanas de la sala, que estaban ubicadas a la derecha de esta. Tenian las cortinas abiertas, para dejar la luz pasar, mas los vidrios eran polarizados, por lo que nadie podria haber sido capaz de espiar lo que alli sucedia. De todas maneras, no habia nadie en toda Sicilia, que estuviera alli para hacerlo. Todos se ocultaban, y Cassius era consiente de ello. Mas tambien era conciente, que era cosa de tiempo para que Vongola contra-atacara...

- Asi que no hay que perder mas tiempo...

El joven de pelo perlado bajó del helicoptero de un salto y a su señal, volvió a despegar dejando alli al joven. Acomodó sus ropas, miró a los lados buscando algun tipo de indicio de peligros y al no encontrar ninguno comenzó su camino.

Estaba en la isla siciliana, uno de sus lugares favoritos, pues era un lugar tranquilo y sin demasiado alvoroto... al menos hasta hacia un tiempo. Pensó en sacar su flauta y ponerse a tocar sentado en una roca, pero la idea de el enfado de su jefe era demasiado fuerte, además, no queria causar problemas pues estaba demasiado intrigado en lo que se cocia en la base de los Adaggio. Desde pequeño habia sido bien educado como un niño prodigio, pero su instinto de científico podía sobrepasarle en muchos casos y su curiosidad era muy grande.

Notó cómo alguien le acechaba cerca suyo y tras revelar el anillo que tenia en su dedo corazón de la mano derecha, un grupo de guardias salió de entre varias partes.

"Si esta es nuestra protección, los Vongola lo tendrán facil para entrar" pensó y tras esto, entró al edicio que formaba su guarida.

Subió al tercer piso, paró ante la gran puerta para arreglarse de nuevo su ropa y llamó antes de entrar.

-Solicito permiso para encargarme de la protección de la base personalmente.

Después de encargarme de unos asuntos en Francia, volví a la base, me habían dicho que era para una conferencia, tenia el tiempo medido, me sobraban exactamente 36 minutos con 12 segundos y 23 décimas de segundos, tiempo que obviamente aprovecharía para dormir, algo que no había podido hacer hace... 2 horas?

Iba en el avión de regreso, a nuestra gran base, cuando más o menos iba sobre la ciudad, me percate que no había nadi... Que gran novedad, nunca hay nadie, siempre todos están escondidos, escondidos de nosotros, los que nos apoderamos prácticamente de toda la ciudad, los Adaggio, la familia mas poderosa, ni los Vongola podían detenernos ahora que poseíamos al arcobaleno "Verde" un tipo muy raro, de cabellos muy alborotados, pero al mismo tiempo muy listo, que ahora ya hacia en nuestro poder.

Cuando iba sobre nuestra base, abrí la puerta del avión, el piloto me pidió que no lo hiciera de nuevo, pero sin escuchar como siempre, me lance, gritando "Yuuupi", para caer en una pequeña "Piscina, que era mi cama, donde flotaban unas flores muy lindas, las cuales llevaban mi mismo nombre, pero una de ellas era mas grande, esa era donde yo me recostaba.

Acostada, me saque mi ropa y me puse solo un chaleco, y dormí, pero la hora se me paso, y se me hizo algo tarde, pero daba igual, acostumbraba llegar tarde a las conferencias de mi jefe, pero de igual forma me pare y como estaba me fui, siempre obviamente llevando mi espada entre mis pechos, mis cajas en un bolsillo del chaleco, mi arco y flechas en la espalda y claro , mi siempre confiable y lo que me hacia guardián, mi anillo Adaggio, además de mis otros dos anillos.

Grite caminando por los pasillos, con los cabellos todo desordenado, a pies pelados y solo el chaleco para cubrir... POR QUE DIABLOS LOS PASILLOS ERAN TAN GRANDES!?!?!?!? Eso era molesto, caminar tanto, para llegar a un lugar donde seguro seguiría durmiendo, nunca prestaba atención a esas raras conferencias de mi capo, no entendía nada, solo cuando se trataba de luchar, las política, economía y lo demás no me importaba, pero, no importa lo que fuera, no podía evitar escuchar cuando hablaban de los Vongolas, quizás ese era un motivo del por que ir, siempre que hablaban de ellos, yo "despertaba" y escuchaba atenta, ellos llamaban mucho mi atención, pero el que mas destacaba en mi atención, era ese tal "Takeshi Yamamoto", el espadachín de los Vongolas, me preguntaba como lucharía... E peleado con muchos espadachines, pero el llamaba mucho mucho mi atención.

Ya estaba cerca de la puerta, cuando a lo lejos vi al guardián del trueno "Requiem", ¿Estaba afuera de la puerta pidiendo permiso para algo? Pedir permiso era para los débiles, aun que, que podía decir yo, a alguien que de todo nunca le enseñaron modales, pero no me importaba mucho, solo me acerque al a puerta y abrí, con la cara toda somnolienta, pero algo cambio ese rostro mío, y fue ver a mi adorado jefe, apenas lo vi, me acerque rápido con una sonrisa y le abrase por la espalda.

Dije muy feliz, para soltarlo y caminar a mi asiento, cerca de todos esos viejos y viejas, que estaban sentados discutiendo sobre algo, quizás sobre la irresponsabilidad de nosotros, los guardianes que llegamos tarde, pero quien eran ellos para juzgarnos, nosotros llegamos cuando se nos place y si tienen un problemas no dudaríamos en terminar con sus vidas. Por otra parte, si el lugar donde yo me siento, o mejor dicho, donde duermo, no estaba como me gusta, alguien pagaría...

El silencio que reinaba en esa vieja región siciliana se hacía inquietante para aquellos testigos ajenos que nada podían comprender, no entenderían nunca la verdad que se ocultaba tras ella, el miedo se lo impediría, y hasta cierto punto, aquello sería bueno. Pues como les gustaba decir a los campesinos u otra gente que no pertenecía a aquel mundo… ”El miedo no solo alimenta el alma, sino que también engrandece la leyenda”, mientras aquel sentimiento estuviera presente en aquella pobre y campechana gente obligándoles a esconderse de incluso su sombra, ningún civil inocente debería pagar las consecuencias.

Aunque esos detalles carecían de importancia para el guardián del anillo de la niebla de los Adaggio, no le importara quien muriera durante esa pequeña guerra que le habían declarado a las mafias a las cuales habían estado hasta ahora subyugadas. Si fueran inocentes, o no. Mafiosos, gente normal, ancianos o pequeñines. Había sido entrenada para acatar las órdenes de su “baas”, fuera la que fuera. Su personalidad tachada de inhumana le permitía realizar cualquier tipo de misión sin que su conciencia le impidiera dormir.

Maëllys de Maesschaleck, el guardián (o guardiana) en cuestión se encontraba ahora caminando a grandes zancadas, en su rostro normalmente sereno había una pizca de urgencia. Nunca antes había llegado tarde a una reunión y la idea de ser regañada por “Baas” le disgustaba hasta un punto irracional. Apretó con fuerza sus puños, con tanta que por un momento la tela índigo de sus mitones pareció querer agujerearse. Nunca le había gustado culpar de sus faltas a otros pero en ese momento si hubiera podido, Lytt hubiera asesinado al equipo técnico del jet con el que había viajado para realizar aquella última misión fuera de Sicilia, antes de que Cassius Craviato les mandara replegarse. El constante mal tiempo en el que se había sumido ahora la capital rusa le había impedido llegar hasta el hogar de los Adaggio a tiempo, porque el piloto y otros idiotas se habían negado a despegar por lo peligroso de la situación.

-Vas a tardar más tiempo si vas con esa parsimonia Lytt. –Se dejó escuchar uno de los muchos hombres que se encargaban de la seguridad de la base, y quizás si no fuera porque ahora era necesario, aquel hombre hubiera pagado por ese abuso de confianza.

-Si me hablas de nuevo con ese tono, voy a tener que cortarte la lengua. –Respondió con una media sonrisa que si bien no era falsa, no transmitía nada, y para aquel hombre era señal buena, mientras Lytt pareciera estar tranquila, su integridad no correría ningún peligro.

Las orbes marinadas de Maëllys se entornaron lentamente (olvidando de nuevo la existencia del guardia), enfocaron sus shorts negros, más concretamente de su abultado bolsillo del cual sacó un envoltorio grande de plástico que contenía una calabaza del tamaño de su puño de chocolate blanco, su estomagó rugió antes de que pudiera evitarlo. Por la expresión del guardián no pareció importarle ese detalle, pues clavó sus colmillos en la superficie chocolatada, fue en ese momento en que vio por el rabillo del ojo como era adelantada por la pequeña Suzuran, a la cual hacía tiempo que ni veía, era un prodigio de la espada, o eso era lo que todos aseguraban, por extraño que pareciera Maëllys no había visto a todos sus compañeros en acción, a pesar de ello la pequeña al ser nombrada guardián de la lluvia se había ganado el respeto de la belga, la cual aún con sus dientes hundidos en el chocolate se limitó a subirse la media izquierda del mismo color índigo que sus mitones, y ponerse en marcha otra vez., no sin antes lanzar una última mirada perturbadora al guardia que la había molestado en mitad de su cometido.

"Pronto recibirá tu beso metálico, Morgana", pensó entre pequeñas risas que se ahogaban paulatinamente al tener la boca llena de chocolate, como la gente solía decir: "a todo cerdo le llega su San Martín", y a él le llegaría tan pronto como se lo pudiera permitir.

Mientras seguía caminando se anudó correctamente la negra corbata y se quitó el polvo inexistente de la blusa índigo ribeteada, colocándose bien los tirantes de sus pantaloncitos, por encima de sus hombros. Esa vez pisó el suelo con fuerza, la suficiente para impulsarse y llegar a tiempo de sujetar firmemente la puerta ya abierta por Suzuran, llegó a escuchar la voz de aquel que se hacía llamar Requiem pero fue incapaz de darle sentido a aquellas últimas silabas que había alcanzado a oír, así que se limitó a cerrar la puerta detrás de ella.

-hn. –Murmuró al dedicar una mirada a los presentes, terminando de tragarse la calabaza de chocolate, observando a quienes se sentaban en la mesa redonda que se hallaba en el centro de aquella habitación. Otra sonrisa torcida surcó el rostro del guardián de la niebla, aquellos sujetos no le gustaban y ese era uno de los pequeños pensamientos que mantenía en secreto. La voz de Suzuran saludando al onceavo capo de los Adaggio la sacó de su ensimismamiento, y por su parte le dedicó una pequeña inclinación. -Lamento el retraso, baas. –Dijo simplemente haciendo resonar sus bototos por la estancia hasta llegar a una de las sillas, y sentarse sobre el reposabrazos de esta, siendo que era la única manera en la que lograría evitar que las Fata morgana se clavarán en su espalda.

La "tranquilidad" existente en aquella habitacion, fue rota rapidamente por el joven guardian del Trueno, que irrumpio en la habitacion con sumo cuidado y, sin hacer rodeos, realizo una peticion al capo. Este, al darse por aludido, solo miro con despreocupacion al chico, y hablo con voz serena.

- Permiso denegado, Requiem -El capo solo rio ante esa manera formal de hablar- te necesito en la seccion cientifica, y en el frente de la batalla... ademas, perder una base no sera problema cuando hayamos desarrollado las cajas, y para eso estan las orquestas... ¿no es asi?

Cassius observo malhumorado a los lideres de orquesta, quienes, al verse acorralados entre el Capo y su guardian, no tuvieron mas remedio que tragar saliva, nerviosos, y asentir con suma brusquedad. El capo solo sonrrio, mientras volvia a mirar hacia la ventana. El sol iluminaba el lugar con suma fuerza, dandole un aspecto "acogedor" a la sala. A Cassius, esta sensacion no le agradaba demasiado, asi que rapidamente cerro las cortinas, haciendo que la habitacion regresara a su oscuridad habitual. Dio dos pasos hacia adelante, y entonces sintio la prescencia de una pequeña niña en su espalda. Miro hacia atras, y se dio cuenta de inmediato de quien se trataba.

- ¡Suzu! ¡Bon Journo! -el joven pelirrojo tomo a la chica y la abrazo, dandole dos besos en la mejilla a modo de saludo- llegas tarde de nuevo ¿a que te has quedado dormida como la otra vez, no? -rio suavemente- ya, ve y sientate, que esto es importante, tu tambien toma asiento Requiem, no te vayas a incomodar en esa puerta

Cassius camino hacia la puerta, con intencion de cerrarla y empezar la reunion con aquellos que habian llegado, hasta que, cuando estuvo cerca del picaporte de aquel mueble, se encontro cara a cara con otra de sus guardianas, la guardiana de la Niebla. Al verla, el joven de ojos azules no pudo evitar sonrreirle, y darle paso para que pudiera entrar en la sala, cerrando la puerta cuando esta ya se hallaba en su lugar.

- Me alegra que pudieras llegar, Mae~ -dijo el, acortando su nombre como de costumbre- descuida, no tiene importancia, lo que cuenta es que estas aqui ¿ no?

Con su familia, aquel capo acostumbraba a ser amable y tranquilo, casi paternal, como solia ser antes con todas las personas de su alrededor... mas todos en aquella habitacion sabian que este comportamiento no duraria por mucho tiempo, pues el solo hablar de trabajo le haria volver a aquel estado... a ese momento en que el se comportaba como una "bestia de guerra" ... los jefes de las orquestas solo estaban esperando, pues sabian que la peor parte les llegaria a ellos, debido a que Cassius les guardaba rencor desde hace mucho tiempo debido a un complot que habian armado en su contra cuando era solo un jovencito. Aun asi, permanecieron en silencio.

- Bien, vamos a iniciar con los que estamos -rapidamente, el pelirrojo camino hasta su asiento y se dejo caer en el, sonrriendo- supongo que todos aqui estais informados de nuestra actual posicion con la famiglia vongola ¿No es asi?... -al mencionar ese nombre, su rostro inmediatamente perdio toda emocion, volviendose serio y hasta un poco siniestro- ... no pasara mucho para que sus guardianes empiezen a moverse... ¿tienen alguna idea sobre como deberiamos actuar? quiero oir contribuciones...

Requiem se quedó impactado tras las palabras de su jefe

- Permiso denegado, Requiem. Te necesito en la seccion cientifica, y en el frente de la batalla... ademas, perder una base no sera problema cuando hayamos desarrollado las cajas, y para eso estan las orquestas... ¿no es asi?

Dos guardianas más aparecieron en la sala y se sentaron en sus respectivos sitios. Eran las guardianas de la lluvia y la nube. Ambas le resultaban francamente interesantes a Requiem, pues una no era más que una niña y la otra una joven sin sentimientos... ambas con un perfil de mafioso excelente.

Requiem cruzó la sala camino de su asieto y al pasar por la porcion de mesa del capo dejó caer unos papeles sobre la mesa con subito desinteres.

-Estos son los documentos de las cajas Adaggio que habia estando preparando, tansolo les faltan algunos retoques para los que necesito a un pequeño, pero gran ser... supongo que sabra quien es, no capo? La realización de las cajas no me supondrá perdida de tiempo a partir de ahora... los orquesta tansolo se tendrán que encargar de seguir mis planos para su construcción... no aceptaré un no por respuesta a esto.

Se sentó en su asiento con suma delicadez, sin dejar sus formas y sin hacer ningun tipo de ruido. Vió cómo el jefe se sentó de una forma totalmente opuesta a la suya, pero no le molestó en lo más mínimo. Escuchó las peticiones de ideas de su jefe... y cómo no, él tenia gran numero de respuestas.

-Cada uno de los guardianes tenemos nuestro estilo de hacer las cosas... juntarnos a todos seria un completo caos si por alguna razón deja de estar a nuestro lado, capo. Propongo que se le asigne a cada guardian un cometido y trabajen por separado, pero por el mismo fin. -se hizo oir en la sala, se aseguró de que todos y cada uno de los presentes escuchara su propuesta -los orquesta podrian servir de comodin... no olvidemos que los Vongola tienen la incondicional ayuda de los Varia, tambien de gran nivel y los pocos guardianes que somos no seremos suficientes contra tal cantidad de adversarios...- Requiem dejó ver una mueca no muy tipica de él en su cara -... aun así, podriamos acabar con ellos facilmente.

Y con esa frase paró de hablar para ceder la palabra a los demás.